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¿vivir para comer o comer para vivir?historias de cocina

16/02/2012 11:40 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

El ingenio y la creatividad en la cocina, no siempre viene de los grandes cheffs. A veces la necesidad de sobrevivir dignamente hace que el ser humano invente recetas que se trasmiten en el tiempo de generación en generación.Si me siguen, les cuento alguna de ellas

Una pequeña y deliciosa torta de chocolate, una sabrosa tarta de atún, una pascualina de hermosas hojas verdes de acelga y un toque de queso parmesano, un guisito para dos o una riquisima tortilla de papas y cebolla. Cualquiera de estas recetas, genera una revolución en mis jugos gástricos.Soy cocinera autodidacta. Aprendí porque amo comer y amo cocinar.Cada una de mis recetas tiene vida propia. Y una historia detrás. O la historia está incluida en sus sabores.Recuerdo que mi primer plato oficialmente preparado por mí, fueron: ñoquis caseros de papa con salsa de tomate y ajo adornadós con hojas de albahaca fresca - ¡¡mmm deliciosos!!- muy distintos a los que hago actualmente, ya que fueron evolucionando con los años.Yo tenía entonces doce años y a mi mamá no le gustaba cocinar.Entonces papá y yo, siempre andabamos rondando en la cocina. Las verduras que se usaban provenían de la huerta del fondo incluidas las papas. Re cuerdo la tierra negra y fértil que se desgranaba humeda y oscura cuando sácabamos la cosecha de zanahoria o remolachas. La ensalada de lechuga era un placer! pequeñas, fuertes pero suaves, de un verde brillante, las poníamos bajo la canilla del patio y luego iban a la fuente con apenas trozarlas con la mano. El aceite se deslizaba placentero y una pizca de sal caia como lluvia y ...voila! pronta y a la mesa. Así aprendí que la salud se mantiene incólume si sembrás y cosechás tus propios alimentos. Nada más rico que el perejil recién cortado o el orégano fresco sobre unas pastas caseras. aaahh! y en mi casa no abundaba el dinero ya que mi padre era obrero de una fábrica de cerveza y debía mantener a su mujer y a sus cuatro hijos con su pequeño sueldo. Pero... como dijera mi madre, la mejor cocinera es aquella que con pocos ingredientes es capaz de crear una comida sana y rica. Hoy soy una mujer adulta que durante la mayor parte de mi vida he tenido que ir muy pocas veces al médico.Creo que lo arruiné todo cuando comencé a comer básicamente carne. Aquí va la historia de porque comencé cocinando ñoquis.

La fabrica estaba desde hacía dos meses con problemas y los obreros de paro. Los descuentos de los días no trabajados eran monstruosos y el sueldo de mi padre se había achicado por demás. Mamá estaba desesperada ese día porque nada quedaba en la alacena y no habia dinero en la casa. ni carne, ni fideos, ni polenta, nada. Decidida, me fuí a la quinta y allí quedé un buen rato en cuclillas, conversando con la tierra, sabía que ahí estaba la repuesta y mi solución... Cuando entré nuevamente a la cocina llevaba un balde lleno de papas recién cosechadas, ya estaban lavadas y se veía su piel limpia, fina, de un tono rosado. Le raspé apenas la corteza, las corté en trozos y las herví sin sal. Abrí el armario y saqué el último medio quilo de harina(con eso tendría que ser suficiente) hice un puré con ellas y las deje enfriar (por el simple hecho que quemaban mis manos).Busqué un granito de nuez moscada y se lo rallé, quedaba en la heladera un pedazo de queso que también se lo agregué rallado y un poco de pimienta. le agregué una yema para unir y dar color y fuí tomando la masa con la harina hasta que quedó firme (eran cinco papas grandes), armé los choricitos, los fuí cortando(eso la había visto hacer a mi madre) y los pasé uno a uno por el tenedor.La mesa quedó repleta de ñoquis, pero ahora había que pensar en la salsa, mientras ponía el agua con sal a hervir. Pulpa de tomate no tenía y plata para comprar tampoco, entonces arranque cuatro tomates grandes y los puse en la licuadora, le sumé sal, orégano, dos dientes de ajo, un chorrito de aceite y ..pronto el licuado, directo a la pequeña cacerola, lo herví unos minutos, le agregué una pizca de azúcar, apagué el fuego y lo dejé reposando. Una vez que hirvió el agua, (abundante agua) los metí y cuando subieron ...al colador. Una fuente grande, puse los ñoquis, esparci dulcemente la salsa por encima con unas hojitas de albahaca para saborizar y perfumar.

Decidida, me fuí a la quinta y alli quedé un buen rato en cuclillas, conversando con la tierra: -sabía que ahí estaba la repuesta y mi solución-

Eramos seis alrededor de la mesa, me daba mucho placer ver como mi papá mojaba el pan en la salsita del plato...quizás tuvo gusto a poco, pero nos dió para tirar unas horas más.. y esa receta de ñoquis, quedó para siempre en mi memoria.


Sobre esta noticia

Autor:
Dalmai (7 noticias)
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Tipo:
Opinión
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Distribución gratuita
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