Llegue a ser un niño que podía oler el sol.

Con risas y palabras sin sentido me entendía con mis “pares”.Conocí los colores y palabras que no podía pensar. Fume cigarrillos de papel y palos con forma de pipas.Mi corazón se aceleraba cuando tocaban timbre por la mañana, “¿Felipe está?”

El revolver de juguete debajo de la almohada, las botas y el sombrero cerca.

Las caídas de la bici por ver si me estaban mirando. El verano me abría la puerta a un mundo nuevo, dialogaba con peces, rocas y cosas que imagine y siempre supe que eran solo mías.

Los números fueron algo especial, ¿sabes que si tenes dos lápices en la mano y la abrís solo aparecen los lápices?, ¿a donde se fue el 2?, ¿estaba ahí? Hay algo seguro, el dos esta con el dibujo de una silla en un pizarrón, que no es una silla.

Por momentos pude prender la luz y ver que había cosas interesantes adentro, por momentos no.

Encontré en libros y canciones las palabras que definían lo que me pasaba y no entendía. Dioses y lugares que "viven en tu interior y de cuya presencia ni siquiera sospechas”.

Tropecé con la misma piedra y a veces iba por una más grande, seguro a mas de uno le pegue con una. Dicen que lo importante es la intención. Y juro que no siempre fue con mala intención.

Frente al embarcadero había un camino de plata hacia la luna. Las dos horas mas eternas eran las de la digestión, “¿ya me puedo bañar?”, el Sol hacía que mis ojos siempre estuvieran entreabiertos y el verano que madrugara para verlo salir. Primos, amigos, hermanos y compañeros de sueños.

Desconocía las cosas que pasaban en el mundo de los adultos por más que intentara fumar, caminar y hablar como ellos.

Hoy no fumo como un adulto pero tampoco camino y hablo como un niño. A veces trato de hablar fuerte para que los adultos me escuchen, pero cuando estoy al sol jugando con los niños mi corazón vuelve a acelerarse como antes. El mundo de los adultos no es como lo imaginaba.

Dicen que vencí mi timidez, pero los que me conocen saben que me sigo poniendo colorado.

Para Juana, Cata, Milly, Martín y todos los niños del mundo.

Felipe Caorsi