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Declaraciones de Fernández Huidobro en la página web de la 7373
Dejando a un lado que no tiene sentido alguno poner al país a realizar una “segunda vuelta” con los votos, la ventaja y la mayoría parlamentaria obtenida por Mujica.
No nos duelen prendas: hace ya mucho dijimos por escrito que el Partido Colorado venía creciendo e iba a llegar hasta donde llegó y que Pedro había realizado una renovación REAL en ese Partido.
Contra todas las encuestas en materia de cifras, y en reconocimiento ineludible en materia de calidad.
Hoy reconocemos que si bien la mayoría de los votos que engrosaron filas coloradas volviendo a “su casa” fueron blancos, también hubo votos frenteamplistas (pocos pero hubo) que emigraron a esas tiendas.
También dijimos desde el principio que Larrañaga subiéndose al balcón a fines de junio vendió por un miserable plato de lentejas dos cosas: la herencia del pensamiento Wilsonista y la promesa tangible de renovación en el Partido Nacional.
Pues bien: hoy estamos en condiciones de decir que Pedro, después de tanto trabajo, acaba de vender por el mismo plato y a la misma fatídica persona, sus dos cosas: una formidable herencia colorada y la promesa tangible, recién salida del horno, de renovación.
Bordaberry procuró incansablemente demostrar que blancos y colorados no eran lo mismo. Que no lo incluyéramos en la “fórmula Lacalle-Bordaberry”. Que decir eso era una picardía electoral.
Nosotros fuimos quienes la anunciamos desde el principio. Pedro pareció desmentirnos con hechos irrefutables. Llegamos a creerle y a tener que decir hoy que nos habíamos equivocado.
Sin embargo hoy, con más derecho que nunca, podemos volver a repetirlo: lamentablemente para el país, la formula real era y es Lacalle – Bordaberry. Lo demás fue un engaño a la población.
En especial blanca y colorada.
Llegamos a creer por la acción exitosa de Bordaberry que el Partido Rosado había desaparecido sencillamente porque había renacido el Colorado. Nos volvimos a equivocar.
La noche del 25 al 26, casi sin aviso previo, en un suspiro, Bordaberry declinó su hermoso destino y ató al Partido Colorado, ahora fortalecido, como lastimoso furgón de cola de Lacalle que va tocando pito por vía muerta hacia un abismo.
Las lentejas podridas del plato se quedaron allí a cambio de la promesa renovadora de Pedro Bordaberry.
Tanto él como Larrañaga terminarán siendo los dos grandes derrotados luego de esta peripecia multitudinaria.Le hubiera bastado con decir que dejaba en libertad de acción a sus dirigentes y votantes con el agregado de que nada pedía ni daba, para dejar nítida ante el futuro y la personalidad del Partido Colorado.
Con su amarga decisión el país volvió a quedar partido en dos como siempre quisieron las momias del pasado.
Es más: la principal responsabilidad de que Uruguay haya nuevamente quedado partido tajantemente, ahora cae, toda ella, sobre un hombre joven que alego todos los días no tener nada que ver con ese perverso pasado.
Estaba muerto y lo resucitó. No se ha podido desprender de la vieja Guerra Fría. Mintió flagrantemente para adentro de su Partido y para afuera. A la hora de la verdad, actuó como actuaron todos los que condujeron al Partido Colorado a su más estrepitoso fracaso y, lo que es peor, volvió como ellos a poner al país en bipolaridad.
Da la penosa impresión de que renovar ambos Partidos Tradicionales resulta imposible. Es tanto el peso de las viejas cavernas reaccionarias enquistadas en ellos.
Al fin de cuentas esa fue la opinión de tantos blancos y colorados que fundaron y engrosaron el Frente Amplio: imposible dar la lucha en sus respectivos Partidos.
De ahora en adelante, tal como Bordaberry lo negara, da tanto votar a unos como a otros. ¡Son lo mismo!: y no pueden demostrar lo contrario. Ni voz meliflua.