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El candidato de la centroderecha en Uruguay, Luis Lacalle Pou, encara una tarea "titánica" para derrotar en el balotaje del 30 de noviembre al oficialista y favorito Tabaré Vázquez, que el domingo confirmó el vigor de la izquierda gobernante en la primera vuelta electoral.
Según los datos del primer escrutinio, el expresidente (2005-2010) Vázquez -candidato del oficialista Frente Amplio (FA, izquierda)- sumó el 47, 2% de los sufragios, por lo que aunque deberá pasar por un balotaje antes de ceñirse la banda presidencial quedó en clara ventaja para imponerse al centroderechista Luis Lacalle Pou, que culminó segundo con el 30, 5% de los votos.
El candidato del Partido Nacional (PN) o 'blanco' ya sumó el respaldo del también tradicional Partido Colorado (PC, centroderecha) pero tras la estrepitosa caída que registró éste último, al recibir solo 12, 7% de los votos, tendría que conseguir además el apoyo de los votantes de los partidos minoritarios y hasta de frenteamplistas para alcanzar la presidencia.
"Posibilidades (de ganar) hay siempre pero tiene bajas probabilidades", evaluó Daniel Chasquetti, profesor del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República.
"Porque lo que debería hacer es conseguir a todos los votantes del Partido Colorado, que votó muy mal, y además conquistar votos del Partido Independiente (3, 02%) y conseguir que una pequeña fracción del Frente Amplio abandone el Frente y lo apoye a él. Es una tarea titánica", explicó a la AFP, recordando que "los votantes no suelen abandonar en segunda vuelta al partido que votaron en la primera".
En ese marco, Lacalle Pou "debería esperar algún hecho fortuito, algún tropezón" de Vázquez, algo que no es fácil que ocurra y que no se puede forzar, advirtió.
- Apelar a frenteamplistas -
Contra todos los pronósticos previos de las encuestadoras, e incluso los realizados en base a sondeos de boca de urna, el FA logró mantener el electorado que en 2009 llevó a José Mujica a la presidencia y mantendría su ajustada mayoría en el parlamento, un dato que todavía debe confirmar la Corte Electoral pero que la fuerza política ya da por descontada.
El resultado de la elección cayó como un balde de agua fría entre blancos y colorados, que preveían una disputa más competitiva hacia el balotaje.
Lacalle Pou buscó el domingo alentar a sus votantes indicando que "está intacta la posibilidad de ser gobierno".
Desde entonces, se llamó a silencio y su equipo de asesores trabaja en el lanzamiento de la campaña hacia el balotaje, prevista para el jueves y que buscará en menos de cinco semanas convencer a los uruguayos de que es la mejor opción.
El diputado Álvaro Delgado, mano derecha de Lacalle Pou, señaló el miércoles que "la última y la única oportunidad que queda (...) para que no quede todo el país entrampado en un gobierno con mayoría propia, que ha decidido además no salir a acordar con ningún partido político", es votar al candidato blanco.
La opción es entre un "gobierno de partido o gobierno de diálogo", enfatizó.
Chasquetti recordó sin embargo que en Uruguay hay pocos antecedentes de gobiernos sin respaldo parlamentario por lo que es difícil predecir "cuánto el electorado uruguayo puede valorar una situación así".
Del lado del FA, en tanto, el senador Ernesto Agazzi, advirtió que si Lacalle Pou ganara el gobierno "no saca ni una ley".
- Hacer mucho más -
Para Chasquetti, "hay razones estructurales para que el FA retenga el gobierno", debido a que ostenta datos económicos positivos, con once años de crecimiento, aumento del salario real, un desempleo en torno al 6% y una reducción de la pobreza.
"El Partido Nacional hizo una muy buena campaña, su candidato aportó mucha frescura, pero había límites estructurales: la situación del electorado no estaba predispuesta a aceptar un cambio tan simplemente", afirmó, estimando que Lacalle Pou "podría utilizar esta segunda vuelta para tratar de mantener la votación y consolidar su liderazgo", ya pensando en 2019.
Para Adolfo Garcé, doctor en Ciencia Política, la elección "puso de relieve, otra vez, el enorme vigor político, electoral, cultural de la izquierda uruguaya".
Así, "para desplazar a una fuerza política tan poderosa como el FA del poder los partidos de oposición están obligados a hacer mucho más de lo que han intentado hasta la fecha" y los dos partidos tradicionales deben "buscar un nuevo punto de equilibrio entre competencia y cooperación".