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¿Qué pasaría si China revaluara el yuan? El pasado da algunas pistas de los resultados económicos que puede aparejar
Una economía enorme orientada a la exportación está floreciente, pero sus socios comerciales están furiosos. Año tras año, señalan, continúa con grandes superávits de cuenta corriente. El país se ve a sí mismo como un poderoso exportador cuyos bienes son valorados en el exterior. Otros lo castigan por mercantilismo. Algunos sostienen que subsidia sus exportaciones injustamente a través de crédito barato para sus exportadores y manteniendo su moneda subvaluada artificialmente. La presión crece sobre el país para que revalúe su moneda e impulse el consumo interno, que significa una porción inusualmente pequeña de su PIB.
Hoy, esta descripción lleva a pensar en China, o quizás Alemania. Pero lo que dejaron claro investigaciones publicadas en el último "World Economic Outlook" del Fondo Monetario Internacional, es que muchos otros países han estado en una situación similar: Japón a principios de los setenta, Alemania Occidental a fines de los sesenta, y Corea del Sur, Japón o Vietnam en los años previos a 1988. El superávit de cuenta corriente chino en 2008 fue un 21% de la suma total de los superávits de aquellos países que tuvieron uno. Alemania en 1967 y Japón en 1971 tuvieron un quinto del superávit mundial también. Los países superavitarios de hoy pueden conformarse un poco con el hecho de que no son anomalías históricas.
Que estas economías superavitarias del pasado se asemejen a China o Alemania hoy, no es la única razón por la que son interesantes. Parece que también hicieron mucho de lo que se les pide ahora a estos otros países, alterando sus políticas económicas para revertir sus persistentes superávits. Algunas se basaron en primera instancia en permitir que su tipo de cambio se apreciara, como le gustaría a Estados Unidos que hiciera China (aunque en general fue seguido por ajustes fiscales o monetarios). Otros se volcaron hacia los estímulos fiscales y monetarios para impulsar la demanda interna, una política con la que Alemania está siendo presionada por algunos de sus pares de la eurozona para que implemente. Sin embargo, otros usaron el mercado laboral o la reforma del sector financiero para impulsar la demanda doméstica. Al estudiar las estadísticas referidas a las cuentas corrientes de los países y sus cambios en la política económica, economistas del Fondo Monetario Internacional identificaron 28 instancias de "reversiones de superávits inducidas por políticas" durante el último medio siglo. Después examinaron esos episodios para encontrar pistas sobre el posible impacto de movimientos similares de los países que hoy son superavitarios.
MENOS PUEDE SER MÁS. El cambio de rumbo definitivamente funcionó en lo que concierne a la recuperación del balance en las cuentas externas. En promedio, el superávit se redujo en 5, 1 puntos porcentuales del PIB. La contribución de exportaciones netas al crecimiento del PIB cayó en 1, 6 puntos porcentuales, principalmente porque las importaciones aumentaron bruscamente mientras que las exportaciones se mantuvieron incambiadas. Extrañamente, sin embargo, salir del superávit no afectó el crecimiento de forma apreciable en ninguna dirección. Los economistas del FMI estiman que fue más alto por unos pocos décimos de punto porcentual en los tres años después de que los países empezaran a combatir sus superávits que en los tres años precedentes, pero esta diferencia es tan pequeña que perfectamente está dentro del margen de error estadístico.
Esto es porque las mayores contribuciones al crecimiento del consumo privado y de la inversión, que impulsaron la expansión en 1, 0 y 0, 7 puntos porcentuales adicionales respectivamente, fueron suficientes para compensar la contribución decreciente de las exportaciones netas. El crecimiento económico simplemente provino de fuentes diferentes. La demanda externa fue reemplazada por la demanda local. Asimismo, menos trabajadores estaban empleados en los sectores de la economía que producían bienes para su venta en el exterior, pero la misma cantidad encontraron trabajo haciendo cosas que eran consumidas dentro de las fronteras del país. En términos generales, se procesó un "reajuste completo".
Todo esto puede sugerir que China tiene poco para temer de una revaluación del yuan. Pero esta conclusión es ligeramente suavizada por otro de los descubrimientos del Fondo. A los países que llevaron adelante una reversión fundamentalmente a través de una revaluación de su moneda les fue distinto que a aquellos que se basaron en estímulos fiscales o monetarios. El crecimiento declinó en el primer caso y aumentó un poco en el último. Una vez más, ningún efecto fue suficientemente grande como para caer afuera del margen de error. Pero los economistas encuentran que, manteniendo todo lo demás igual, una apreciación de un 10% en el tipo de cambio reduce el crecimiento del PIB en aproximadamente un punto porcentual. Dados los movimientos de tipos de cambio actuales, el FMI estima que si lo único que los países superavitarios hubieran hecho fuera permitir que sus monedas se apreciaran, entonces el crecimiento podría haber declinado entre dos y cuatro puntos porcentuales.
Los países, sin embargo, no tienden a usar una única herramienta para liberarse de sus superávits. Que los descensos fueran más pequeños en promedio fue porque los efectos de la apreciación fueron compensados por políticas fiscales, monetarias y estructurales que impulsaron la demanda. Por ejemplo, Corea del Sur y Taiwán en la década del ochenta, que eran dos de los países superavitarios del pasado que más se parecían a China hoy, también liberalizaron significativamente sus sectores financieros domésticos cuando dejaron que sus monedas se apreciaran. En algunos países que tuvieron apreciaciones de su tipo de cambio, las exportaciones subieron en la cadena de valor, lo que también ayudó. Estos países, más que exportar menos después de revaluar, exportaron diferente, exportaron bienes más costosos. Pero ahorraron menos y consumieron e importaron más, contribuyendo más a la demanda global.
Un análisis independiente, publicado como parte del último "Asian Development Outlook" del Banco de Desarrollo de Asia (ADB por sus siglas en inglés), también indica que las exportaciones de Asia podrían ser menos sensibles a los movimientos de los tipos de cambio de lo que el estudio de la historia sugiere. Esto es porque muchos procesos productivos ahora están separados en etapas y son llevados adelante en distintos países. Eso significa que una porción mayor del comercio asiático -32% de las exportaciones de las economías asiáticas en desarrollo en 2007, desde un 13% en 1992- se compone de comercio de partes y componentes. Los economistas del ADB encuentran que el comercio de partes es mucho menos sensible a cambios en el tipo de cambio real que el comercio de productos finales. Si China revalúa, debería preocuparse aún menos por un colapso en sus exportaciones de lo que implica la experiencia del pasado.
En todo caso hay otros beneficios de reducir los superávits de cuenta corriente, que solamente satisfacer a socios comerciales molestos. En muchos casos de reajuste en el pasado, un tipo de cambio subvaluado también llevó a un crecimiento excesivo de la oferta monetaria, volviendo más difícil controlar la inflación. El deseo de retomar el control sobre la política monetaria fue una de las razones por las que Corea del Sur dejó que el won se apreciara en 1989 y que Taiwán permitió que su moneda se apreciara en 1988. Si China revalúa el yuan en 2010 podría ser por razones similares.