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No hay pero ciego que el que no quiere ver, no es tan fácil caminar siempre con los ojos abiertos
Gato lastimado, condenado a paria por no dejarse golpear más. Pasó por el bar de los borrachos y esta vez, aconsejado, decidió no pelear más.
El conejo de lo que una vez fue, hasta los 33 años, interino, sigue en el aparador. Aquella vieja joya de la familia, que transporta a todos al mismo cuento color sepia.
Recuerdo de un momento que no se volverá a repetir, que quiere recontar una época pasada que no fue tan buena, se estira para buscar ocupar los días de hoy, lo mismo pasará mañana.
Las hienas ya no usan al servil, las 30 monedas se gastaron, solo queda el olor delas viejas fotos del conejo que se usó como palabra para comunicarse entre dos civilizaciones.
El viejo bar de borrachos está muy mejorado, es que a veces, la suerte premia a los malos y estos se hacen del discurso oficial.
Caras nuevas de una y otra vereda, los pronósticos, hay que ser honesto, de ninguno de los bandos se cumplieron. Le fue mejor a las hienas por aquello que a veces la suerte premia a los malos.
La suerte de las hienas o la excusa del mediocre.