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Una nota para los incredulos
Hay dos tipos de escritores en los que desconfío absolutamente. Siento si alguno de los lectores es un proyecto de escritor que pertenece a uno de estos dos grupos, pero siempre me caractericé por ser directo, franco, y sincero.
El primer grupo es el de los que no leen. Son los escritores del siglo XXI que confían demasiado en sí mismos, y piensan que horas de leer son horas de no escribir, como si una cosa no complementara a la otra. Conocen a Hemingway sólo de nombre, no tienen idea de quién es Manuel Puig, y si le preguntas sus ideas con respecto a Borges y la nueva ola de la literatura, entonces su rostro se transforma en un gran signo de interrogación. Generalmente se trata de directores de cine frustrados, o músicos sin talento, que encuentran una salida rápida de creación en los libros, sin darse cuenta que ESCRIBIR NO ES FACIL. Su escusa perfecta es: «No leo para no influenciarme por ningún escritor», sin darse cuenta que la influencia es necesaria para el crecimiento del futuro novelista, poeta o dramaturgo. Leer es esencial: Si no leíste en toda tu vida, no esperes milagros a la hora de escribir. Ese esencial que leas, que te influencies, que encuentres conexiones, porque al final de ahí nace tu estilo propio. ¿Cómo quieres innovar si ignoras lo conocido? Es necesario que encuentres una base, que te informes, porque leer es la práctica más perfecta de la literatura. Aprendes el lenguaje, los códigos de la literatura, y la forma rápida de conectarte con e sentido universal. Ni hablemos que leyendo además logras enriquecer tu vocabulario, evitando que en la cuarta línea de tu libro los lectores se cansen de leer la misma palabra repetida quinientas veces en lugar de un buen sinónimo. O peor: que en tu quinto libro ya hayas dicho todas las metáforas que tenías a mano, y finalmente no obtengas nada nuevo para contar. Escribir no es sólo decir un montón de situaciones amontonadas y conectadas a través de trescientas páginas para terminar en una novela. Se trata de saber manejar el lenguaje, de llegar a las personas, de entrar en una realidad alterna… Si no te das cuenta de eso, dedícate a otra cosa, porque LEER ES PARTE DE ESCRIBIR. Dice King que los libros malos en general enseñan más que los buenos, para no cometer errores, mientras que la buena narrativa te permite entrar en el aprendizaje de: el estilo, agilidad narrativa, estructura argumental, elaboración de personajes verosímiles y sinceridad creativa. Leer te enseña más que cualquier clase de literatura…. Se los digo yo que era excelente en Lengua y apenas estudiaba. ¿Por qué? Porque soy un devorador de libros. Así de simple. No es necesario que seas así, pero sí es necesario que leas. REPITO: ES NECESARIO. ¿Cómo puedes decir que amas la literatura y este oficio, si no eres capaz de abrir un libro y dejarte atrapar por el mundo que te regalan sus páginas? No es necesario leer escritores cásicos… Cualquier obra literaria que te permita un momento de imaginación es suficiente. Pero insisto: SI NO LEES, DUDO MUCHO QUE LOGRES SER UN BUEN ESCRITOR.
El segundo grupo en el que desconfío es el de los intelectuales extremos. Se pasan la vida citando las obras clásicas más importantes, mientras catalogan de perdedor a cualquier escritor que pase la lista de más vendidos en el mercado internacional. Son los que piensan que el terror está muriendo, y sólo es vendible lo que ellos escriben. Prefieren los libros llenos de palabras difíciles y metáforas imposibles, mientras que catalogan a su propia libertad, considerando basura todo lo que no sea de su gusto. Escriben extensos textos supuestamente poéticos sobre Borges que les habla desde la ventana del otoño, o que Hemingway parece cantarle a la luna los sonetos del viejo y el mar, sin dejar en paz el pasado, sumergiéndose en los nombres que murieron con el pasado, e insistiendo en quedarse en la parte segura del mundo. Y veo repetir el mismo error constantemente, en estos que se llaman a sí mismos “intelectuales”, y que tienen columnas en los periódicos internacionales, lanzando críticas desmedidas a cualquier cosa que haya tenido un mínimo de éxito. Y King es una mierda porque vende, y Cohelo es comercial, y Murakami es pop… Y al final, crean sus mundos propios, mientras los demás se ahogan en la incertidumbre imprecisa de los libros aburridos. Entonces, si una novela es divertida, es mala… Y la recomendación al mejor libro es El Quijote de la Mancha, que leen todos los fines de semana, como para memorizar las mismas pelotudeces que ayer fueron gloria.
Convengamos algo. Hay escritores malos, es cierto. Meyers, la autora de Crepúsculo es una de esas escritoras malas. Pero una cosa es analizar una obra visiblemente apestosa, y otra es meter en un mismo pozo todas las calamidades del mundo solo porque no tuvieron un buen día. Parece que no evolucionaran, y siguen insistiendo en los errores del pasado. Vamos, es bueno leer a Borges, claro que sí, pero no nos revolquemos en la mierda de decir que es lo único bueno del mundo, y escribir constantemente lo mismo sólo porque no hay nada más fácil en lo que apoyarse. Si prestan atención, se darán cuenta que inevitablemente se quedan en donde les queda más cómodo, en lugar de buscar el verdadero camino a la innovación. ¿Quieren saber por qué la literatura parece morir? Porque los que innovan son pocos.
Y como escritor, mi objetivo es innovar… innovar hasta que no quede nada nuevo que decir. Luego, que el mundo juzgue si las cosas se hicieron bien o soy otro fracaso.
Brindo por los que amamos esta profesión… sobre todas las cosas. Y que LEEMOS, y que VEMOS lo que realmente es pertenecer a este mundo.
Por lo tanto, si escribes, y no lees… no perteneces a mi grupo.
Si lees sólo lo que te parece clásico… tampoco me busques.
Esta es la nueva ola, Amigos.
Y la Nueva Ola pasa una sola vez.