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La Escritura Femenina (I). Entre el Medioevo y el Renacimiento

16/05/2023 16:05 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Los antecedentes literarios, la posición de la mujer frente a la literatura y la sociedad medieval y la transición del medioevo al renacimiento que permitió el surgimiento de una nueva escritura femenina

Imagen de portada: Christine de Pizan presenta su libro a Margarita de Borgoña. Una ilustración de El Tesoro de la Ciudad de las Damas. París BN fr. 1177, folio 114c. 1475. By Illustrator of The Treasure of the City of Ladies - http://faculty.winthrop.edu/dufresnel/, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=27185119

 

A lo largo de la historia la creación poética y literaria femenina, ha debido superar innumerables obstáculos impuestos por una sociedad que, tradicionalmente, ha considerado a la mujer, mental e intelectualmente, inferior al varón. No obstante, el objetivo de este trabajo no es el de insistir en un discurso de opresión o de hegemonía masculina que impide la expresión femenina, pues si bien es evidente que el imaginario socio-cultural de occidente ha insistido en la inferioridad mental de las mujeres, no puede desconocerse que la reproducción de tales discursos contribuye a negar u ocultar el importante rol de la mujer en la historia, al tiempo que sostiene la imagen de la mujer como un ser en condición de víctima pasiva, desconociendo así su activo protagonismo, sus logros y sus aportes; es por ello que nuestro interés no es insistir en el discurso hegemónico, aunque sin desconocerlo, sino más bien mostrar, destacar y reconocer la creación poética femenina. En síntesis, este trabajo se propone una aproximación a la escritura femenina entre los siglos XIV y XVI. En este trabajo, nos centraremos en los antecedentes literarios, la posición de la mujer frente a la literatura y la sociedad medieval y la transición del medioevo al renacimiento que permitió el surgimiento de una nueva escritura femenina.

En el siglo XVI irrumpe en Italia un importante fenómeno literario, se trata de un movimiento de lírica femenina que se destaca por constituir un relevante grupo de escritoras ajenas a la institución eclesiástica. Si bien durante la edad media aparecieron numerosos textos escritos por mujeres, se trata de obras escritas al interior de las comunidades religiosas; textos producidos, especialmente, por hermanas terciarias dominicas o franciscanas que buscan expresar, ya sea directamente o por medio de sus confesores, experiencias religiosas, formas de santidad netamente femeninas o un misticismo originado en un intenso, en ocasiones violento, sentimiento del propio cuerpo (Cfr. Pinto R, 1996: 12). Sin embargo, ello nos lleva a caer en el lugar común de caracterizar toda la producción literaria femenina medieval, como mero misticismo de religiosas sumisas obligadas a reproducir un mismo tipo de género autobiográfico que, por lo demás, los cánones de la época consideraban de calidad literaria inferior a los escritos masculinos. Recordemos que en esta época no sólo pesaban sobre la mujer los prejuicios sobre su capacidad intelectual, otros prejuicios contribuyeron enormemente a mantener a las mujeres en situación de inferioridad respecto a los hombres, al tiempo que proyectaban sobre lo fémenino una sombra de desconfiaza y temores de todo tipo; por ejemplo, entre las definiciones etimológicas más estúpidas y maliciosas se encuentra la que dan Kramer y Sprenger sobre la palabra fémina, sería para reírse si no fuera porque el libro del que proviene no es cosa de risa, teniendo en cuenta los crímenes y horrores que engendró; se trata del que posiblemente sea el libro más infame y nefasto de la historia, el “Malleus Malleficarum”:

“Pues Fémina proviene de Fe y Minus, ya que es muy débil para mantener y conservar la fe.” (Kramer y S, s/f: 50)

 Pero donde realmente se mezclan el fanatismo y la estupidez extrema con una mente enferma, dando lugar a la misoginia más aberrante, es en el siguiente fragmento:

“Toda la brujería proviene del apetito carnal que en las mujeres es insaciable. Véase Proverbios, xxx: "Tres cosas hay que nunca se hartan; aun la cuarta nunca dice basta": la matriz estéril. Por lo cual, para satisfacer sus apetitos, se unen inclusive a los demonios. Muchas más razones deberían presentarse, pero para el entendimiento está claro que no es de extrañar que existan más mujeres que hombres infectadas por la herejía de la brujería. Y a consecuencia de ello, es mejor llamarla la herejía de las brujas que de los brujos, ya que el nombre deriva del grupo más poderoso. Y bendito sea el Altísimo, quien hasta hoy protegió al sexo masculino de tan gran delito; pues Él se mostró dispuesto a nacer y sufrir por nosotros, y por lo tanto concedió ese privilegio a los hombres.” (Kramer y S, s/f: 54)

Ahora bien, respecto a los prejuicios sobre el intelecto femenino, resulta sintomático el caso de Teresa de Cartagena (1425 - ¿?), cuya obra “Arboleda de los Enfermos”, fue considerada de tal calidad literaria que se le rechazó como plagio; de hecho, las autoridades de la época argumentaron que un escrito tan bien concebido, tan elocuente y de tal calidad, por fuerza debía ser obra de un hombre bajo seudónimo femenino; ello llevó a la autora a escribir su segunda obra, “Admiraçión operum Dey”, en la que defiende no sólo la autoría de la primera obra, sino también su derecho a escribir. No sobra recordar que para la mentalidad medieval la superioridad del sexo masculino frente al femenino era un hecho indiscutible, tal como explica Mónica Vidal:

 “La fortaleza y la inteligencia eran virtudes masculinas y la debilidad era patrimonio femenino; por lo tanto, había un lugar para cada uno, de acuerdo a sus aptitudes. Esta división en tareas propias de cada sexo y el lugar apropiado para ejercerlas, lleva a colocar la actividad intelectual en la esfera de dominio masculino: esta es la razón por la cual la Arboleda es rechazada de plano como producción femenina.” (Vidal, M. 2010: [En línea])

 En este punto cabe tener presente que, aunque para muchos autores “Admiraçión operum Dey” constituye el primer texto feminista escrito por una mujer española, resulta exagerado catalogar dicha apología como reivindicación feminista; la misma Teresa de Cartagena expone en su obra el lugar y las tareas que le corresponden a las mujeres: el interior del hogar y las labores domésticas; la suya no es una defensa destinada a reclamar derechos para las mujeres, lo que defiende es su autoría de la “Arboleda de los enfermos”, y, por extensión, su derecho de hacer de la escritura un vehículo de comunicación y predicación. Sin embargo, el caso de Teresa de Cartagena constituye un claro ejemplo de los obstáculos y problemas que debía afrontar cualquier mujer que se atreviera a dejar testimonio escrito de su capacidad intelectual.

 Caso aparte lo constituye Christine de Pizan (1364 – 1430), considerada la primera escritora profesional de Europa, fue filósofa, poeta y humanista, una mujer docta e ilustrada cuyo caso nos ilustra sobre la forma en que las mujeres habían naturalizado el rol que se esperaba de ellas y cómo habían asumido el papel que la sociedad medieval construyó para ellas; en efecto, Christine debio su educación a su padre, pues los prejuicios de su madre le impidieron avanzar en los estudios durante su juventud, tal como lo expresa la propia Pizan al hablar de su educación:

 “Tu padre, gran sabio y filósofo, no pensaba que por dedicarse a la ciencia fueran a valer menos las mujeres. Al contrario, como bien sabes, le causó gran alegría tu inclinación hacia el estudio. Fueron los prejuicios femeninos de tu madre los que te impidieron durante tu juventud profundizar y extender tus conocimientos, porque ella solo quería que te entretuvieras en hilar y otras menudencias que son ocupación habitual de las mujeres” (DE PISAN, C. 1995: 199.)

 Así pues, es el padre de Pizan, Tomasso da Pizano médico y astrologo italiano que eventualmente fuera asesor de Carlos V, quien descubre el potencial y el talento de la niña y por su insistencia en proporcionar una educación “especial” para Pizan, provocó un conflicto con su esposa hasta que la madre de Christine hubo de aceptar a regañadientes una educación diferente a la que ella esperaba para su hija.

 Otras mujeres hubieron de sufrir el desprecio y la soledad por su osadia; algunas murieron por su atrevimiento, como es el caso de Isabella di Morra (1520 – 1545), asesinada por sus propios hermanos quienes, al descubrir la correspondencia entre Isabella y el poeta español Diego Sandoval de Castro, asesinaron a ambos. Cabe anotar que, mientras el homicidio de Isabella pasó práticamente desapercibido y en cierto modo aprobado por el “código de honor” del siglo XVI, el asesinato de Diego fue investigado tenazmente. Casi un siglo antes del homicidio de Isabella, otra intelectual, Isotta Nogarola (1418-1466), considerada la primera mujer realmente culta del renacimiento fue condenada a sufrir la difamación, el desprecio y la soledad por su profunda labor intelectual que llegó a ser conocida, aunque sin ser reconocida, por el dialogo epistolar que mantuvo con varios eruditos; la labor literaria y la profunda erudición de Isotta, la llevaron a sufrir el rechazo de los intelectuales masculinos amén de los celos y las envidias de las mujeres tal como refiere la propia Nogarola:

 “Porque en toda la ciudad se mofan de mí, mi sexo se ríe de mí. No consigo encontrar un establo tranquilo donde ocultarme, y los asnos me desgarran con los dientes, los bueyes me apuñalan con los cuernos” (Abel, 1886: I, 80-81).

Ahora bien, como mencionamos arriba, el Cinquecento italiano es testigo de una oleada de lírica femenina protagonizada por mujeres sin relación directa con la Iglesia. Se trata de un tipo de mujer laica, generalmente de familia rica o aristocrática, más relacionada con la corte que con la institución eclesiástica. La corte constituye el primer espacio social, cultural y público de suficiente prestigio, en el que las mujeres pueden participar como sujetos de cultura, con suficiente autonomía, independiente de su filiación política o su relación con clero. Así pues, el siglo XVI ofrece un vasto panorama de lírica femenina (una antología de 1559 presenta a 53 autoras); ello se debió, principalmente, al cambio de mentalidad que trae consigo el renacimiento y al trabajo previo de autoras como Teresa de Cartagena y Christine de Pizan entre otras.

 Ahora, la mentalidad renacentista trae consigo un importante cambio en la concepción de las ideas dominantes y con las idealizaciones de los poetas logró mayor prestigio, como advierte Raffaele Pinto:

 “La ideología renacentista representó un importante factor de cambio de las ideas socialmente dominantes ("políticamente correctas", hoy diríamos) sobre la mujer, cuya personalidad moral fue tema de reflexiones de gran alcance teórico. La mujer alcanzó, gracias a las idealizaciones de los escritores, un papel de gran prestigio en el imaginario colectivo, convertiéndose en una pieza clave de la civilización cortesana.” (Pinto R, 1996: [en linea])

En esta idealización de la mujer, adquiere gran importancia una cierta “evolucion” que hunde sus raices en el prerrenacimiento italiano; así pues, en la lírica medieval del amor cortés la amada es siempre distante, suma de perfección fisica y moral y por lo demás anonima; en efecto, el amor cortés nunca llama por su nombre a la amada, siempre se oculta el nombre de la dama tras el velo de una palabra clave o un seudonimo poetico; en la poetica de Dante la amada se revela bajo un nombre, “Beatriz”, y, de modo significativo, Dante la presenta en el inicio de la Vita Nuova”: "la quale fu chiamata da molti Beatrice lí quali non sapevano che sì chiamarei (Dante 1932: 5)"; Podríamos decir que Dante tiene aún una mentalidad medieval, y, además, resulta un tanto ingenuo en la expresión de su sentimiento; así pues, Dante describe sus sentimientos con la ingenuidad de un adolescente que se enamora por primera vez, recuerdese, por ejemplo, qué tan preciado es el tema del saludo para Dante:

 Tanto gentile e tanto onesta pare

la donna mia, quand'ella altrui saluta,

ch'ogne lingua devèn, tremando, muta,

e li occhi no l'ardiscon di guardareii.(Dante 1932: 44)

 Mientras su contemporaneo Petrarca es ya un humanista, ello nos lleva a un segundo momento en la idealización de la mujer; en efecto, en el Canzoniere de Petrarca la Dama no sólo tiene nombre, Laura, sino que tambien posee cuerpo y, por otra parte, Petrarca describe las sensaciones que despierta en él su amada al tiempo que trata de analizarlas:

 S’amor non è, che dunque è quel ch’io sento?

Ma s’egli è amor, perdio, che cosa et quale?

Se bona, onde l’effecto aspro mortale?

Se ria, onde sí dolce ogni tormento?iii (Petrarca s/f: [en linea])

 

Por ultimo, encontramos en Boccaccio a la muer mundana, en el sentido de perteneciente al mundo, encarnada por la enigmatica Fiammetta. Cabe anotar que Boccacio es tambien el autor del tratado latino “De mulieribus claris (Mujeres ilustres)”, que culmina ese interes por la mujer que atravieza toda su obra; se trata de una colección de biografias de mujeres historicas y mitologicas, que el autor contrapone a la ingente cantidad de escritos sobre hombres ilustres al tiempo que se proclama autor del primer tratado sobre mujeres. Sin embargo, esta obra recibio duras criticas en la llamada “Querella de las Mujeres”, por ejemplo, La ciudad de las damas, de Christine de Pizan, se concibe como antitesis de dicha obra, pues Pizan considera que las biografias expuestas por Boccaccio sólo pueden reafirmar la subordinación de las mujeres.

 Por último, es necesario tener en cuenta el profundo cambio en los valores y en el ideal de conciencia que trae consigo el renacimiento. Aquellas virtudes de fuerza fisica y valentia en batalla, tan valoradas por la nobleza medieval, dejan paso a otras virtudes como la conducta, la cultura, entendida como el cultivarse intelectualmente, y, especialmente, el lenguaje; la guerra y la caza empiezan a considerarse gestos de nobleza inferiores a ciertas virtudes internas tales como el intelecto y los valores morales. Ello abre las puertas a una participación cada vez más activa de la mujer, pues como señala Pinto:

 “En un mundo dominado por la fuerza física la mujer tiene necesariamente un papel marginal; en un mundo, en cambio, dominado por la inteligencia, la mujer puede, por lo menos en teoría, participar como sujeto de pleno derecho. Las civilizaciones antigua y medieval por un lado, y moderna por el otro, se distinguen claramente por la localización externa en un caso, e interna en el otro de la dignidad personal. A esta interiorización de la nobleza se debe que la sujetividad femenina sólo en el marco de la modernidad llegue a aflorar.” ((Pinto R, 1996: [en linea])

Notas:

i "La cual fue llamada Beatriz por muchos que no sabían que así se llamaba" . Cabe anotar que el primero en identificar a Beatriz con una mujer real, Beatrice Portinari, fue Boccaccio, en su Trattatello in laude di Dante.

Ii “Tan gentil, tan honesta, aparece/ mi dama cuando ella a alguien saluda, / que toda lengua tiembla y queda muda/ y los ojos se turban al mirarla.” Vita nuova, capitulo XXVI

iii “Si no es amor, ¿qué es esto que yo siento?/ Mas si es amor, por Dios, ¿qué cosa es y cuál?/ Si es buena, ¿por qué es áspera y mortal?/ Si mala, ¿por qué es dulce su tormento?”. Petrarca, cancionero, soneto  CXXXII

Referencias Biliográficas

 

Abel, Eugenius (ed.) (1886), Isotae Nogarolae Veronensis opera quae supersunt omnia, 2 vols., Viena, Gerold et socios, Budapest, Fridericum Killian. Citado por: Bertomeu Masiá, M. José (2007), en: “Transgredir aquellas reglas de silencio impuestas a las mujeres: Isotta Nogarola e Isabella di Morra”, Lectora, 13: 17-27. ISSN: 1136-5781 D.L. 395- 1995.

 

Cristina de Pizán (1995), La ciudad de las damas. Ed. Siruela. Madrid.

 

Dante Alighieri (1932) La Vita Nuova, edizione critica per cura di Michele Barbi, Firenze, Bemporad & Figlio, 1932

 

Kramer Heinrich y Sprenger Jacobus, Malleus Maleficarum (El Martillo de los Brujos), documento disponible online en sitio web: http://www.malleusmaleficarum.org/downloads/MalleusEspanol1.pdf

 

Petrarca Francesco (1964) Il Canzoniere, di a cura di Gianfranco Contini Edizione Einaudi, Turín.

 

Pinto, R. (1996), «La figura de la falsa modestia en Gaspara Stampa», en M. Segarra, À. Carabí (eds.), Amor e identidad, PPU-Promociones y Publicaciones Universitarias, Barcelona, pp. 11-19. disponible en linea en sitio web: https://www.academia.edu/7719455/LA_FIGURA_DE_LA_FALSA_MODESTIA_EN_GASPARA_STAMPA_1523-1554_?auto=download

 

Vidal Mónica (2010) Los espacios en la obra de Teresa de Cartagena [En línea]. IX Congreso Argentino de Hispanistas, 27 al 30 de abril de 2010, La Plata. El hispanismo ante el bicentenario. Disponible en Memoria Académica: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.1182/ev.1182.pdf)

 


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Autor:
Julian Naranjo (18 noticias)
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