¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Quipe escriba una noticia?
Entre 25 y 50 años, salen a buscar trabajo en nuestro país. La perdida de la búsqueda de la excelencia tiene sus resultados. Una realidad compleja en la que hay sub-empleo y no esperanzas
Pasadas las entrevistas con la psicóloga y la chica de recursos humanos accedimos a la entrevista con el dueño de la empresa, el Sr. Ismael de la cual nos adelantaron sería un intensivo curso de venta.
Al otro día nos esperaba un señor mayor de ojos celestes con una mirada desconfiada a pesar de tener una cálida sonrisa impostada.
“Nosotros somos apóstoles de la fe porque profesamos la fe en los seguros de vida, todos sabemos que el seguro de vida es una obligación moral y nosotros lejos de buscar un interés particular lo hacemos por el bien de la humanidad” esta frase se repetiría durante todo el “curso”.
“Ustedes mentalicensen son estudiantes de una de las profesiones más hermosas, ¿para ser doctor no hay que estudiar? Bueno ustedes están acá para ser más que doctores”. “También van a ser psicólogos para saber si una persona esta con un problema al momento de abordarla y así mejor perder la discusión pero escucharlo y no perder al cliente”
El “profe” fue interrumpido en su alocución por una administrativa de pantalón negro gastado, bufanda y guantes de lana. “¿Esta chusma que quiere ahora?, es la hija de mi señora, a ustedes les parece que la puedo echar” a lo que nadie respondió. Luego siguieron algunos comentarios que incluían el costo que tenía para la empresa contar con esta empleada.
Uno de mis compañeros interrumpe, e Ismael lejos de responderle dice, pensando en el tema anterior, “ésta los papanicolaou se los hace siempre los lunes”, “tenemos el día de la secretaría, el de día de esto y aquello, ¿pero de Ismael quien se acuerda”
“Profe”-dice Christian- “¿Qué pasa si un candidato nos dice déjamelo consultar con mi mujer?” Esa es muy buena pregunta, es más aquí en este libro hay un caso igual porque esa es una forma clásica de sacarnos el cuerpo, la respuesta aconsejada es “¿por qué no consultas mejor con una viuda que el marido no se haya querido hacer el seguro de vida?”
Al final se despidió con una cita apócrifa atribuida a “los católicos”, “no os lamenteis que siempre hay alguien peor que uno” y salgan a vender con entusiasmo y paciencia. Aquellos que abandonen tienen que devolver la carpeta con las fotocopias y la lapicera.