A pocos días de la segunda vuelta electoral en Uruguay crece la incertidumbre al respecto de lo que resolverá la mayoría del electorado.

Esta ha sido una carrera insalubre para el teleespectador que lejos de recibir información pertinente para saber por que votar a uno o a otro ha recibido constantemente razones de por que no votarlos.

Campañas más emparentadas en desmerecer al otro en vez de concentrarse en que hacer uno, sumadas a alianzas con supuestos compañeros de formula que pocos días antes eran rivales en las internas partidarias.

Existe una falta total de respeto hacía la figura inteligente del elector, por el contrario las campañas suponen verdaderas luchas encarnizadas en los medios que pretenden trasladar votos de un lado para otro como si el común denominador de la gente fuera una manada de ganado rara vez guiada de la mejor forma.

Conveniencias disfrazadas de principios e ideales utópicos llegan a multitudes en maratónicas jornadas publicitarias televisivas y radiales sumadas a los biblicos discursos desde los estrados armados para la ocasión que tratan de ponernos en un estado hipnótico para así, una vez convencidos decidirnos a votarlos.

Teniendo en cuenta lo escueta de la diferencia entre una y otra parte si hacemos una factible sumatoria de votos colorados más tendientes a apoyar al Dr. Luis Alberto Lacalle que a José Mujica, pasan a cobrar un valor sustancial los votos de los electores en blanco.

El descreimiento popular en la clase política quedo de manifiesto ante el alarmante número de electores no declarados en forma previa a la elección

Cuanto vale mi voto si en primera vuelta opte por colocar un sobre vacio?

Cuanto vale el voto de aquel que viajo desde más lejos o más cerca regresando al país de cara a la multitudinaria jornada electoral primaria y que tal vez ahora por diversas razones vea imposibilitada una nueva venida entre otras razones por un tema económico?

Quien me paga el pasaje para que venga y los vote?

Las habituales promesas de turno no siempre alcanzan sobre todo si el elector no esta convencido de a quien debe elegir si es que eligira a alguien.

La historia recuerda sin empacho alguno, jornadas de compras masivas de votos a cambio de alpargatas y una tira de asado.

Esta vez bien se podrían esforzar más ya que más que nunca los votos bien contaditos pueden inclinar para un lado u otro la balanza electoral.

Y la frutillita de la torta es el efecto inesperado del azar...

Han pensado ustedes cuantos de los electores del pasado 29 de Octubre no votaran en la instancia decisiva?

Si se toman la molestia de hacer un calculo estimativo de los fallecimientos desde la primera jornada civica hasta el día de la definición en segunda vuelta se les pondrán los pelos de punta como si estuvieran viendo el film de suspenso más excepcional de todos los tiempos.

En ese caso tampoco sería una sorpresa ya que no sería la primera vez que una elección se definio por votos de personas que estaban muertas.

Lo único que en esta oportunidad los muertos podrían decidir quien será el futuro presidente sin hacer expresa su voluntad colocando el sobre en una urna.

Preocupados en desmerecer la imagen del adversario los candidatos han brindado muchas razones de por que no votar a sus rivales