Había una vez un pequeño pueblo llamado San Cristóbal. Allí vivía una anciana llamada Doña Margarita, quien era conocida por sus hermosos jardines. La gente del pueblo solía visitarla para admirar la belleza de sus flores y plantas exóticas.

Un día, Doña Margarita recibió una carta de un amigo que vivía en otro país. En la carta, su amigo le contaba sobre un jardín encantado que se encontraba en lo profundo del bosque. El jardín estaba lleno de plantas mágicas y animales extraños que nunca antes había visto.

Doña Margarita, siempre interesada en descubrir cosas nuevas, decidió emprender un viaje al bosque para encontrar el jardín encantado. Con su mochila y su bastón, se adentró en el bosque y caminó durante horas. Finalmente, llegó a un claro y vio una luz brillante que se filtraba entre los árboles.

Cuando se acercó, descubrió que se trataba del jardín encantado. Estaba lleno de flores de colores brillantes y plantas que brillaban en la oscuridad. También había animales extraños, como mariposas gigantes y pájaros que cantaban canciones desconocidas.

Doña Margarita estaba fascinada por la belleza del jardín y comenzó a explorar cada rincón. De repente, vio a un pequeño gnomo que la observaba desde detrás de un árbol. El gnomo se acercó y le dijo que ella era la elegida para cuidar el jardín encantado.

Doña Margarita aceptó la tarea con alegría y dedicó el resto de su vida a cuidar y proteger el jardín encantado. La gente del pueblo se sorprendió al ver que su jardín en San Cristóbal se volvió aún más hermoso y lleno de vida después de su viaje.

Y así, la historia del jardín encantado se extendió por todo el pueblo. La gente venía a visitar a Doña Margarita para ver su jardín y escuchar las historias sobre el bosque mágico que ella había descubierto. Y Doña Margarita, feliz de compartir su experiencia, siempre les decía que en el mundo hay muchas cosas maravillosas por descubrir si uno está dispuesto a buscarlas.