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El Frente Amplio no pudo cumplir con su objetivo principal: ganarle a los partidos Colorado y Nacional juntos. Hubo errores, y estos se pagan
ERRORES AJENOS
Las encuestadoras le erraron en todo lo que pudieron. Le erró el sordo y le erraron todos. El 25 de junio (tres días antes del acto eleccionario), Luis Eduardo González decía que el 48% votaría a alguno de los candidatos del Frente Amplio, el 39% al Partido Nacional y el 10% al Partido Colorado. También dijo que dentro de la interna del Frente Amplio, José Mujica se lleva el 59% de la intención de voto, Astori el 31% y Carámbula el 10%. La realidad fue que al FA lo votó el 41%, que al Partido Nacional lo votó el 46%, que Mujica tuvo el 53, 8% y que Astori obtuvo el 41%. Tampoco acertaron ni de lejos al porcentaje de la población que concurrió a votar. Se esperaba, según las encuestas, una concurrencia a las urnas del orden de 55-60%, pero votó apenas el 44%. Todas las encuestas estimaban que Hierro López saldría segundo y José Amorín tercero, y sucedió exactamente lo contrario y Amorín apareció superando a Hierro López. El periodista Alfonso Lessa (y algún otro también) dijo que la interna demostró que el Congreso no era representativo, ya que en el mismo Mujica había obtenido un 70% de los votos y Astori un 24%, mientras que en la interna las diferencias fueron menores. Lo que Alfonso (y otros) olvida, es que de acuerdo a los estatutos del FA, la diferencia en el Congreso necesariamente debe ser esa, puesto que la exigencia es que para ser el candidato del FA se necesita obtener los 2/3 de votos en el Congreso, esto es, más del 67%. Por lo tanto, si de la votación del Congreso surge un candidato (es decir, obtiene la mayoría necesaria), este deberá tener como mínimo el 67% y el otro el 33% como máximo. Esta es una exigencia para el Congreso, y no se puede trasladar a una elección interna, por lo tanto, la conclusión es equivocada.
ERRORES NUESTROS
Se equivocaron quienes decían que una cosa es lo que vota la militancia en un Congreso y muy otra lo que vota el “pueblo frenteamplista”. El Congreso se expidió en diciembre por la candidatura de José Mujica por un amplísimo margen, que no admitía ninguna duda. Si se hubiera acatado esa decisión soberana, tal como lo establecen los estatutos, desde el mes de enero hubiéramos comenzado una campaña verdaderamente frenteamplista y habríamos llegado en mucho mejores condiciones a las instancias que acabamos de pasar. Al otro día del Congreso, Astori dijo: "Yo voy a disputar la interna del Frente Amplio, y lo voy a hacer porque siento que la resolución que se ha tomado por el congreso -que la respeto- no es representativa del pueblo frenteamplista en su conjunto". Recordó que en las elecciones pasadas, el FA obtuvo más de un millón de votos y estimó que en las internas participarían no menos de 500 mil simpatizantes de la coalición. Se equivocó doblemente: no votaron 500 mil frenteamplistas, y los 300.000 que lo hicieron refrendaron la decisión del Congreso.
Se equivocaron quienes pretenden que también la política se maneje con los criterios del mercado, y que por tanto hay que ofrecer competencia y un abanico de posibilidades para que se genere más demanda. Algo así decía Luis Eduardo González en abril: “El porcentaje de votantes en las internas del Frente Amplio (FA) probablemente será a grosso modo semejante al porcentaje de votantes que obtenga ese lema en octubre, y lo mismo sucederá con los demás partidos. Puesto que en las internas el voto no es obligatorio, para que eso ocurra tiene que haber competencia real al interior de cada partido, de manera que la gente se sienta motivada a participar”. Por supuesto, esto no es así. No es la competencia lo que motiva a los uruguayos a participar en una elección, como quedó demostrado el domingo. El porcentaje total en 2004 fue de 53% cuando no hubo competencia interna en el Frente Amplio. Mientras que en 1999, que sí la hubo, fue de 44%. Pero además, el mismo domingo el politólogo explicó que la baja concurrencia a votar se debía a que "la gente no está lo suficientemente motivada". ¿Cómo? ¿No era que lo que motivaba a la gente era la competencia? En febrero del año pasado, un representante de Asamblea Uruguay decía: “tiene que haber competencia...la falta de competencia contribuyó, entre otras cosas, a que triunfara el partido nacional en ese pleito (refiriéndose a las internas de 2004). Sin embargo, en 2004, sin competencia interna, tuvimos una mejor votación. Y aunque tuvimos menos votos que el Partido Nacional, terminamos ganando las elecciones nacionales. Porque en realidad, al no tener competencia tuvimos algo mucho más importante: UNIDAD. Y por eso triunfamos. La elección de la semana pasada, fue la interna con menos votantes desde que se realizan.
Criterios del mercado
Se equivocaron también quienes dijeron que dos eran pocos. Que una tercera candidatura aportaba para aumentar la votación del Frente Amplio, ya que le ofrecía una opción a aquellos que no estaban de acuerdo ni con Astori ni con Mujica. A pesar de esta tercera candidatura, la votación del FA no creció, sino todo lo contrario. En enero de este año, una carta a Marcos Carámbula “intentaba convencerlo” de que presentara su candidatura. La carta decía que “Los indicadores de opinión señalaron a lo largo de 2008 que la propuesta bipolar no ha logrado representar a todo el electorado frenteamplista –una cuarta parte se mantiene sin definición- y aún no ha podido superar el guarismo de adhesión al FA que se mantiene en el entorno del 42%. Estamos persuadidos que más allá de las eventuales resistencias a los candidatos conocidos, la presentación del debate no ha logrado sumar a los nuevos electores y a aquellas personas que no tienen preferencia partidaria previa.” Sumada una tercer candidatura (la de Marcos Carámbula), nuestro Frente Amplio obtuvo el 41% de los votos; bastante menos que el 42% de intención de voto que teníamos cuando se escribió la mencionada carta.
Es un planteo equivocado decir que hay que ganar en junio para ganar en octubre. Esto no es necesariamente así (de hecho, no sucedió en 2004). Si se gana en las internas, mejora el estado anímico para encarar la elección nacional. Pero si no se gana, lo que sucede es que el ánimo decae. Si le dijimos a los frenteamplistas que era fundamental votar en junio para ganar en octubre, ¿qué le vamos a decir ahora? ¿que no importaba tanto? ¿que igual ganamos aunque hayamos votado poquitos? Cualquier evaluación seria debería partir del no cumplimiento de ese principal objetivo (se llama fracaso).
COCLUSIONES CON PARADOJA
No hay que buscar explicaciones de la baja votación ni en el frío ni en el calor (llegué a escuchar que hubo una baja votación debido al ¡¡miedo a la gripe porcina!!); la explicación es política. Cuando no se pone toda la carne en el asador para fortalecer la herramienta Frente Amplio, sus Comités, su estructura orgánica, el trabajo en conjunto (en la calle, codo a codo, somos muchos más, decía Mario) los magros resultados son prácticamente previsibles. La baja votación se debió fundamentalmente a que los frenteamplistas no estaban motivados por una contienda que les era ajena. Ya habían manifestado en diciembre a quien querían de candidato, y por eso las mesas repartiendo listas brillaron por su ausencia en muchos lugares, y por eso no se conseguían delegados para cubrir los circuitos, y por eso se suspendieron actos, y tantas otras cosas que no pueden volver a suceder, si no queremos el regreso de la derecha. Y paradoja de paradojas: mientras en muchos lugares tuvimos dificultades para lograr que compañeros de diferentes sectores se pusieran a repartir listas todos juntos en una sola mesa, la burguesía festejaba el triunfo a la noche cantando: “los blancos unidos jamás serán vencidos”. La derecha tiene bien claro su objetivo: impedir el triunfo del Frente Amplio, y para eso trabaja y está demostrando que sabe como hacerlo. Nosotros, ¿tenemos claro nuestro objetivo?
Congreso se expidió