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Defensor Sporting, el campeón uruguayo, considerado poco menos que un equipo sparring en la copa, derrotó anoche en la propia Bombera de Buenos Aires al coloso copero Boca junior (1-0), es histórico, es una tremenda hazaña para la "VIOLA" y una más del fútbol uruguayo
Festejo y desazón . Foto de www.montevideo.com
Más allá del resultado y de lo que dirá la historia, lo de anoche ha sido una vez más, sin lugar a dudas, una hermosa demostración y confirmación, de que cuando se trabaja de verdad, de que cuando se pone todo lo mejor a disposición de una causa, cuando se logra formar un verdadero GRUPO humano en todos los aspectos, las cosas tarde o temprano se tienen que dar. Y este Defensor Sporting ya hace un buen tiempo que viene trabajando muy bien en todos los aspectos que hacen a un Club : dirigencial, social, a nivel de dirección técnica, de organización, de cuidado y protección de su plantel, a nivel de juveniles, a TODO NIVEL, por lo cual, la mal llamada "suerte" tarde o temprano tenía que llegar.
Defensor Sporting ya hace un buen tiempo que viene trabajando muy bien en todos los aspectos que hacen a un Club de fútbol
Pero también lo de anoche ha sido un nuevo y durísimo golpe a la soberbia del que se auto considera superior. Una vez más la subestimación a un equipo uruguayo, hace destrozos y provoca el asombro y la desazón de quienes guiados por una ceguera soberbia, ya daban por descontada la clasificación y “ya” hablaban de las fechas para jugar la próxima fase contra Estudiantes de la Plata, sin prestar atención que por delante aún tenían un equipo uruguayo por sortear. Así pasó en el mundial de 1930 con Argentina que ya se consideraba Campeón del Mundo en el Centenario de Montevideo y perdió con Uruguay la final (4-2); así le pasó a Brasil en el Maracanazo de Río en el mundial de 1950, cuando sin jugar la final ante Uruguay, ya eran campeones y habían preparado la fiesta inolvidable para todos los brasileños . . . y Uruguay los terminó derrotando (2-1); así le pasó a River Plate de Argentina, cuando en 1966 jugando la final de desempate de la Copa Libertadores de América en Santiago de Chile ante Peñarol y estando en ventaja a los 25 minutos del segundo tiempo (2-0), Amadeo Carrizo en una actitud ”canchera”, detuvo un tibio cabezazo de Alberto Spencer con el pecho . . . Peñarol terminó dando vuelta el partido y ganó (4-2). Así lo dice la historia y la vida misma, la humildad es la base del éxito, la soberbia tan solo acarrea desazón, incredibilidad, renuncias.