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Contra la pedagogía posmoderna

13/06/2016 22:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

De por qué fracasó la educación

Una escuela de Sierra de los Padres, en Mar del Plata, tomó renombre en el mes de abril tras un artículo publicado por La Nación: http://www.lanacion.com.ar/1888837-la-docente-que-aprobo-a-una-alumna-que-no-sabia-nada. En él, una profesora relata como es que aprobó a una alumna que "no sabía nada".

En dicho articulo, Lucía Gorricho, profesora de geografía, contó que las autoridades de la escuela la citaron para que evalúe a una estudiante que debía una materia que la habilitaría, en caso de aprobarla, a pasar de año. Luego de que Lucía constató que la alumna no sabia los contenidos curriculares de la materia evaluada, optó por cambiar el rumbo de la evaluación. Decidió preguntarle sobre dos temas que formaban parte de su conocimiento cotidiano. La historia tiene final feliz: sacó 4 y pasó de curso.

El relato a simple vista busca ser “emotivo”. Podemos ver a una profesora que lucha contra cualquier acto de “estigmatización” que hubiera perjudicado el cursado de la alumna. Siguiendo esta línea de lectura, vemos también a una profesora que realizó un acto de “inclusión” en donde demostró que el sistema de evaluación es arcaico. Mas aún, lejos de ser soberbia, demostró que no basta con ser un profesional para dejar de ignorar cosas, de donde se desprende, además, que de los alumnos también se aprende.

Pues bien, en este artículo buscamos refutar estas afirmaciones.

 

La descomposición del sistema educativo

El fracaso de la educación es el efecto más espectacular del derrumbe del Estado argentino. La educación del país no es mas que el resultado de la descomposición de la sociedad argentina. Es producto de la degradación de la vida en sociedad. Este proceso no es nuevo, tiene sus orígenes en la década de 1970. Y se hace más marcado en los años 80 y 90, hasta llegar al estado critico actual. La declinación educativa, producto de la degradación estatal, dio como resultado una disciplina pedagógica posmoderna que invadió las aulas con mayor peso en estos últimos años. Pedagogía que se enmascara de moderna cuando no es mas que una copia fiel de los trabajos pedagogicos de la filosofía rousseauniana (siglo XVIII). Quienes portan la bandera de esta "nueva educación" que busca instalarse en todo el mundo democrático son precisamente los nórdicos.

La pedagogía rousseauniana es un tipo de pedagogía que considera que no basta con saber un tipo de conocimiento, por ejemplo matemáticas, para poder enseñar matemáticas. Son necesarios, entonces, otros conocimientos que nos habiliten a enseñar. Siguiendo esta lógica, no basta con tirarse a la pileta para aprender a nadar sino que es necesario aprender a aprender a nadar. Este tipo de pedagogía niega que el conocimiento de una materia sea suficiente para la enseñanza de esa materia; es necesario, por el contrario, conocer una serie de procedimientos para enseñar esa materia en las condiciones pedagógicas dictadas por el formato posmoderno. Es decir, el conomiento debe ser sometido a filtros.

La pedagogía posmoderna no es más que el asalto de la ideología en las aulas. Es, por tanto, la eliminación de la ciencia, ya que la ciencia no es soluble en ideologías, sino que la rebasa. La mayor amenaza de las ciencias en las aulas es la ideología. 

Los pedagogos exterminaron con las ciencias y cualquier contenido científico del programa educativo de las aulas. Por el contrario, el contenido educativo fue reemplazado por argumentaciones sofistas, completamente dicharacheras y desposeídas de cualquier contenido y valor científico.

Si primamos en las aulas las emociones psicológicas, como evitar la frustración o “estigmatización”, por sobre los contenidos conceptuales y lógicos estamos creando alumnos impotentes ante la realidad.

Educar es enseñar a razonar, y un educar científico es enseñar a razonar científicamente. La forma de enseñar no es posible si no se conoce las tecnologías de la ciencia.

Si se impone la gremialidad, la terapia de grupo o la mera "contención emocional" es dar triunfo a la sofistica sobre la razón, a la mística sobre la historia, a las relaciones emocionales sobre la economía material, a la hermenéutica por sobre los conceptos. El resultado de todo esto es la formación de individuos estériles, impotentes. Un mundo de ilusiones solo nos conduce a la fatalidad de tropezarnos con la realidad. La realidad es intolerante, autoritaria, no tolera a quien no es compatible con ella, o sea, a quien no razona.

El objetivo de la educación es hacer posible el uso compartido de la razon, crear un código común a todos. Quien no razona está aislado. Por tanto, una educación fragmentada o separatista no es posible, debe tender a derribar muros, no a levantarlos, a suprimir las diferencias, no a acentuarlas. El mito del culturalismo no hace más que imposibilitar la razón.

Es por ello que no basta con tener conocimientos articulados en lo sensible para interpretar cognositivamente la realidad, es decir, aquello que la ciencia exige que se analice conceptualmente. No se conoce solo desde lo sensitivo.

Si no sabemos zoología por mucho que miremos un molusco no la entenderemos. Por mucho que miremos un triangulo no podremos saber la relación pitagórica de los catetos con la hipotenusa. Mas aún, parte de la realidad se presenta de forma contra-intuitiva. Ahí va un ejemplo: si vemos salir el sol todos los días por el este y esconderse por el oeste, lo más evidente, o intuitivo, es afirmar que es el sol el que se mueve alrededor de la tierra (sistema ptolomeico); es de hecho la teoría que afirmaban nuestros antepasados. Tuvieron que pasaron muchos siglos para que Copérnico demostrase que la tierra es la que gira alrededor del sol. En consecuencia, al mundo no se lo conoce con simple observación, la realidad no es inmediatamente visible a los ojos. Si esto fuese así no sería necesario asisitir a la escuela o leer Newton.

Aquella educación enmascarada de inclusiva no hace más que aislar a los alumnos. Se crean generaciones de alumnos inhábiles para lo inteligible, solo aptos para conocer un mundo sensible o ideológico. Esto implica inhabilitarlos para vivir con plenitud, sin oportunidad para desplegar todos los dotes intelectuales.

Las conclusiones no son alentadores. La democracia ha fracaso, no ha podido brindar las herramientas para el pleno desarrollo de la vida humana. Ha fracaso porque no pudo brindar una educación a la altura de las expectativas. La democracia ha caducado y estamos condenados a naufragar si no conseguimos crear una sociedad superadora.


Sobre esta noticia

Autor:
Rodrigo Aznar (11 noticias)
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Tipo:
Opinión
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