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El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha decidido elegir y señalar a sus adversarios con toda la intención de manipular la agenda periodística, seleccionando para ello a personajes débiles y prescindibles
Hoy, al igual que ayer, antier y años atrás, la sociedad mexicana se encuentra envuelta en la inercia que propician los medios de comunicación al informar sesgadamente acerca del contexto político; el precario debate se basa en la crítica y defensa de periodistas y personajes de diversos ámbitos públicos cuyo peso específico e influencia no son de trascendencia en las vicisitudes que se dan en el país.
Para ejemplificar un poco lo que vivimos, es interesante recordar al primer emperador romano, Julio César, quien aplicaba una estrategia de propaganda en la que el eje principal consistía en escoger a conveniencia a sus enemigos, pues con ello garantizaba que ninguno de los adversarios elegidos fuera excesivamente fuerte. En dicha estrategia aplicaba métodos que consistían en cambiar, de acuerdo al contexto en el que se encontrara su gobierno, a los antagonistas, y con ello lograba que el pueblo no se hartara de despreciar a un único personaje durante largo tiempo. Sin duda que, como muchas otras enseñanzas, El César influyó en el comportamiento de políticos que, hasta el día de hoy, practican esa táctica propagandística tan fructífera.
Después del breve paréntesis histórico, en el presente en México, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha decidido elegir y señalar a sus adversarios con toda la intención de manipular la agenda periodística, seleccionando para ello a personajes débiles y prescindibles. Cabe resaltar que le ha sido muy fácil optar por enemigos débiles, sobre todo por el nulo liderazgo en la oposición a su gobierno. Adicionalmente, es importante dejar ver que la elección unilateral de sus contrarios políticos, no solo tiene la intención de simular la existencia de un peso nivelador en la balanza política, también tiene como finalidad guiar a los medios de comunicación, los cuales siguen, como desde hace años, en la búsqueda del morbo, el escándalo y la nota fácil para vestir sus encabezados. Lo anterior sin aplicar los dictados básicos del periodismo que descansan en la obligación de la investigación pasando por la disertación para que al final confluya en la expresión concreta y digerible para el consumidor, es decir la sociedad.
Ante este panorama, lo realmente importante queda de lado; el baño de sangre que continúa enlutando a decenas de familias a lo largo y ancho del territorio nacional pasa a un segundo o tercer término en la discusión cotidiana. El poder que ejercen los grupos criminales, fungiendo como gobiernos de facto en diversos puntos del país, es camuflado bajo la sombra del discurso ventajoso del primer mandatario y, maliciosamente, cobijado por la cómoda difusión que los medios de comunicación le dan al contexto que vivimos.
A fin de cuentas, vende más indignarse porque López Obrador increpa a un periodista que el informar sobre de las masacres en Zacatecas o Colima, pues el derramamiento de sangre se ha hecho tan habitual, que hace rato que dejo de ser negocio para los buitres que lucran con el escandalo sin dar prioridad a lo que realmente aqueja a los ciudadanos.
Es un hecho que Andrés Manuel López Obrador, seguirá cabalgando en caballo de hacienda mirando con desdén a sus cómodos enemigos, al tiempo que los medios de comunicación (aduladores y odiadores) continuarán dando importancia a banalidades como lo son la renta de la casa del vástago del jefe del ejecutivo o la teatral acometida en contra del periodista Carlos Loret de Mola, que, dicho sea de paso, tiene un historial no muy limpio que digamos.
Total, que de la sangre y las masacres tristemente habituales, que se hagan cargo los periódicos locales, ya que para la imagen del poder no es conveniente la difusión masiva de la violencia que sigue carcomiendo al país, pues, al darla a conocer, afectaría los intereses de los promotores de mentiras que plácidamente continúan dando a la sociedad entradas gratuitas para contemplar las diarias funciones del circo político y mediático.