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El libro de relatos de Stephen Dobyns, poeta y autor de novelas de horror americano elogiado por Stephen King
Bueno, aqui vamos otra vez ( escribi el articulo y el navegador se cerró porque sí. )
Precisamente quería hablarte de accidentes. Son 16 relatos acerca de " accidentes cotidianos de hombres y mujeres atrapados por sensaciones contradictorias". Si me apuras te diré que, a partir del inconveniente de haber nacido, no hay mas que contradicción en nuestro paso por el mundo formulado. Y lo digo asi gracias a este libro, que me dejó con la sangre en el ojo.
Mi librero lo puso de oferta y además lo recomendó. Un grande él también. Ahora me toca hacer algo a mí. Te cuento a modo de lista de qué va esto.
Un académico poeta que está conociendo la fama recibe el premio mayor con un espectacular chancho caído del cielo que, literalmente, lo aplasta ( como soy vegetariano le deseo la misma suerte a muchos, excuse. ) Pero esto sólo es el principio de la solemnidad de nuestros días derrocada por la trivialización, repentina carcajada sin objeto.
El clásico esposo aburrido atropella un ciervo- mas bicherío- en la ruta del relato que da nombre al libro y que seguro es el mejor porque, a menos que seas tan bestia y ya estés perdido, su contenido te resultará en verdad inquietante pues lejos de atraer monstruos o asesinos como en el género que curte el autor, aquí es la cruda realidad que pone cara a cara a personas que a no ser por un capricho del destino, no se reunirían jamás.
Una mujer mayor que vive en una caravana dándole al whiskacho que le trae su amaestrada perrita de nombre Joyce, recibe la visita de un buen número de hijos legítimos que por cierto no conoce- Hay personas ahi afuera que jamás trascenderán como autores, pero son verdaderos cuenta-historias que, verdad o no, nos arriman al despertar de algo.
Otro catedrático-como el autor- se mete en líos. Aquí vamos hacia la mitad del volumen y éste pasa al sandwicho aunque no digo que esté mal, se agita en guiños en ésa área y le ganan por lejos sus compañeros en las puntas.
"Entonces recordaba las sombras de las ventanas, como un mensaje escrito en un lenguaje que era incapaz de descifrar(...), pero llego el día en que se desvanecieron de su memoria"
Luego hay dos de hombres que construyen casas en miniatura y son atendibles. A uno de ellos, pobre diablo, se le raja la mujer con un levantador de pesas y él arma una casita para su amigo muerto. El del otro cuento es otro desgracia que desarrolla pequeños patíbulos a escala en el sótano de su casa, donde es derivado por el resto de la familia por demás vulgar. Stephen Dobyns maneja a la perfección el lenguaje más simple y llano y nos deja asomarnos a husmear como si espiáramos una de éstas casitas a escala. Yo mismo, la verdad, me sentí observado más de una vez en éstas páginas.
Otro tipo cree tener mejor suerte tirándose a la mujer de un hombre de color. Otro clásico el tema, nunca resuelto por los yanquis, de la diferencia racial. Lección del autor para contarlo con esa aparente sencillez.
Como tengo que volver, como todos, a la seguridad de mi dia a dia, voy redondeando. A lo largo y ancho se cruzan mujeres y hombres abandonados, engañados, traicionados, que pasan del éxito al fracaso en un chasquido de dedos, o que hasta ahora no podían ver más allá del muro de sus fracasos y que creen asomar, por un segundo, una naturaleza otra, una luz, un destello, algo inadmisible tomando forma e interesándose por ellos mientras dura ésa inquietud.
O sea que: títulos como: Comiendo desnudos, Los muertos no necesitan sexo seguro o Defectos del látex, además de- adivina, se habla de sexo- considerarse una lectura agradable que no pasará desapercibida, pueden hacerte, a Dios gracias, mover un poco la croqueta. He ahí el peligro, que celebro y compartir quisiera.