¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Ordos escriba una noticia?
Desde hace tres años, los trabajadores de Coca Cola vienen llevando a cabo una guerra sin cuartel contra la multinacional y sus franquiciadores en el Estado español, en una lucha clásica de la clase obrera y su sindicato, contra los capitalistas arropados por su oligarquía
El conflicto tiene su origen en el pretendido cierre de la fábrica de Fuenlabrada (Madrid) y la presentación de un Expediente de Regulación de Empleo, que tuvo respuesta por parte de los trabajadores con la convocatoria de una Huelga Indefinida.
Se trata de trabajadores que han adquirido conciencia de clase, de esos que se saben explotados por sus patrones --esos trabajadores de los que ya no quedan-- trabajadores que defienden sus derechos con uñas y dientes frente a su explotador.
Pero el conflicto de Coca Cola, presenta algunas singularidades desconocidas fuera de España que debemos dejar claras: La Audiencia Nacional declaró nulo el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) y condenó a la empresa por vulnerar el derecho de huelga, por incomunicación con los representantes de los trabajadores e incumplimiento de la normativa europea en materia de información.
Así que la empresa se ha visto obligada a readmitir a todos los trabajadores con la consiguiente reapertura del centro de trabajo.
Pero ahora los trabajadores no trabajan –los mantienen entretenidos-- mientras la empresa destruye la maquinaria y desmantela la fábrica, en un lento y agónico proceso de desmoralización a la espera de la resolución del recurso presentado contra la sentencia que les ha obligado a la readmisión de los trabajadores.
Ya no son los obreros los que destruyen las maquinarias de las fábricas, ahora son los capitalistas los que destruyen las fábricas, para que no puedan trabajar los obreros.
El cinismo de la empresa y la complicidad de la oligarquía dominante, arropada por el gobierno del Partido Popular, que presta sus cuerpos represivos para acosar y amenazar a los trabajadores, terminarán por desmoralizar a los que se autodenominan “espartanos” hasta forzarlos a aceptar una indemnización miserable y un despido, como fin de trayecto.
Este sería el peor de los escenarios a los que se podrían enfrentar los cerca de 1.250 trabajadores que ya han conocido otras experiencias.
Después de haberse enfrentado a lo peor, de haber salido a la calle a recuperar y defender su dignidad frente al capitalismo, conseguir el respaldo y la solidaridad de buena parte de los trabajadores de Madrid y de las Mareas Reivindicativas, los tribunales les dan la razón y llegan a saborear las mieles de la vitoria que les dará fuerzas para seguir adelante.
La propiedad privada de los medios de producción, merece siempre una reflexión
El caso de los trabajadores de Coca Cola, es un caso ejemplar de conciencia y de lucha obrera reivindicativa, con ejercicio efectivo de huelga y movilizaciones en la calle.
Todo un ejemplo de recuperación del espíritu sindicalista del Movimiento Obrero, al más puro estilo de las movilizaciones históricas de Comisiones Obreras en los años finales del franquismo.
Coca Cola European Partners reúne a los embotelladores de casi toda Europa Occidental y está detrás del cierre de la embotelladora de Madrid, todo parece indicar que quiere reducir la actual fábrica a mero centro logístico y deshacerse de gran parte de sus empleados.
Los sindicalistas ya están encabezando la lista de los despedidos, tal como lo estuvieron siempre en todas las luchas obreras, mientras tanto la “sociedad civil” está anestesiada con la corrupción que ya afecta como los EREs a más de 900 afiliados del Partido Popular, lo que le convierte en una organización mafiosa en toda regla o lo que es lo mismo en una organización criminal.
Pero a pesar de todo, la clase obrera sigue existiendo gracias a los trabajadores de la fábrica de Coca Cola del barrio de Fuenlabrada, en Madrid la sede de la Monarquía española, que reinstauró la transición democrática, esa que enterró al movimiento obrero, que de vez en cuando, como Jesucristo, resucita entre los muertos para redimir a los oprimidos, aunque más tarde volverán los romanos para crucificarlos de nuevo… pero mientras tanto resisten.
Tal vez esto explique porque los trabajadores franceses no van a votar ni a Le Pen, ni a Macron, los dos son sus enemigos de clase y eso es lo que nos han recordado los de Fuenlabrada… la clase obrera sigue viva y luchando, mantiene en pie su dignidad.
@ordosgonzalo
gonzalo albvarez-lago garcia-teixeiro