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El acoso escolar, como se lo conoce popularmente está implantado en la sociedad Uruguaya, sólo faltaba ponerle un nombre que hiciera prestarle atención al fenómeno. Lo padecen los niños en edad escolar porque el nombre Bullying es sólo para esa franja. Sus raíces no son tratadas como se debería, la
Parece que el mundo ha descubierto un fenómeno que dieron en llamar bullying ( cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada). ¡Cómo si fuera una novedad! Atacar esta realidad sin un análisis histórico de la educación de los niños tanto en el seno del hogar como en las escuelas, no llevará a descubrir la verdadera fuente de este comportamiento. Si, ya sé, porque lo veo todos los días últimamente en los medios de prensa, los psicólogos, los sociólogos, asistentes sociales, todos tienen una respuesta para este comportamiento. Están concentrados en el niño agresor y en el niño agredido, bueno, si nos miramos nosotros mismos ( y los incluyo a ellos también, como parte de la sociedad que está formando directa e indirectamente a los hombres del futuro), Creo, y me incluyo, que todos nosotros hemos pasado en mayor o menor medida situaciones de bullying en nuestra etapa escolar, pero no es lo que me preocupa, pero si me sirve para reafirmar el efecto nefasto que tiene en las víctimas, sino, ya lo hubiéramos olvidado o por lo menos no sería un desagradable recuerdo. Dejando por un instante a los niños, pasemos a los adultos que no se sienten con ninguna responsabilidad al respecto (como si los niños nacieran con esa condición), como llega entonces un niño a agredir física, y psicológicamente a otros niños, y a conseguir el apoyo y la aprobación de otros, como si estuviera bien lo que hace, consigue que le den la razón, como si el agredido se lo mereciera según las razones que él da. Pues, si observamos a los adultos como los ven los niños, ( ni hablar en espectáculos públicos), digamos en su barrio y en su casa, cuando opinan delante de los niños de un amigo, de un vecino o de cualquier otra persona, ¡Qué vocabulario usan!, el mismo seguramente que el niño usará después en la escuela, y si además el niño, ve a sus mayores en una fiesta y/o celebración donde se veja al o a los agasajados, llegando en algunos casos documentados en la prensa local y a veces internacional según la notoriedad que haya alcanzado, a causarles daño físico, golpearlos a las risas y otros tipos de presuntos juegos y pruebas a las que son sometidos, (desnudarlos, mojarlos, pintarlos, hacerlos comer y beber cualquier cosa hasta enfermarlos y alguna que otra torturilla que a veces termina requiriendo asistencia médica, tal vez recordemos algún caso que resultó peor aún) Vaya celebración, como para no andar ocultando la fecha de nuestro cumpleaños, la de nuestra boda y otras fechas que son la excusa perfecta para que los lobos al acecho nos caigan encima para saciar su reprimida agresividad. Vemos también esta conducta en las Iniciaciones, en las cuales el novato tiene que pasar pruebas, que nada tienen que ver con una prueba intelectual, o de habilidades de alguna naturaleza positiva, sino que no parecen tener otro motivo que disfrutar del dolor, humillación y sufrimiento del iniciado. Costumbre muy arraigada en la fuerzas militares, policiales y en instituciones deportivas y educativas. Un capítulo aparte merece lo que en Uruguay se llama pagar derecho de piso, situación en la que ponen a cualquier persona que empieza hoy a desempeñarse en cualquier ámbito, en alguna de las instituciones antes nombradas como así también en lo laboral. Eres nuevo, tienes que sufrir y pasar por lo mismo que nosotros, no te la vas a llevar de arriba, te vamos a hacer la vida imposible a ver hasta dónde aguantas. Darte las peores herramientas, la peor tarea, maltratarte de todas formas. Estas conductas no hacen más que perpetuar estos malos hábitos y transmitirlos a los niños que nos rodean; porque se cuentan como grandes hazañas en el hogar, reuniones, en charlas telefónicas, sumados a los casos en que los niños son testigos de algunos de estos casos.
Esto revela como somos realmente los seres humanos contemporáneos y como serán los hombres del futuro en nuestro entorno; porque no cortamos el hilo, no decimos basta, no decimos yo no voy a propagar estas conductas morbosas porque no me gustó ser sometido y no podré medir las consecuencias a largo plazo de estas insanas costumbres.