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El procesamiento del director de ASSE, Alfredo Silva, es el más reciente indicador de una nutrida cadena de irregularidades que se remonta al primer gobierno del Frente Amplio liderado por Tabaré Vázquez
Vale la pena repasar rápidamente algunos precedentes para comprobar que, contra lo que solía predicar cuando era oposición, una vez instalada en el poder la coalición de izquierda estuvo muy lejos de ostentar el monopolio de la mentada transparencia.
El más espectacular episodio de corrupción del primer gobierno frenteamplista tuvo como eje a los casinos municipales y al entonces director de Casinos, contador Juan Carlos Bengoa, hombre de confianza de Danilo Astori. Procesado por varios delitos, Bengoa marchó a la cárcel junto con otros cuatro integrantes del FA que participaron en la trama delictiva. Transcurrido un lustro, Astori nunca se retractó del incondicional apoyo que entonces le brindara a Bengoa.
Coincidentemente, parte del equipo económico de Astori resultó complicado en el escándalo de Pluna que terminó con el procesamiento del titular de la empresa Leadgate, Matías Campiani, así como del exministro de Economía, Fernando Lorenzo, y del expresidente del Banco República, Fernando Calloia. Las actuaciones prosiguen en torno a la ruinosa asociación de la línea aérea con Leadgate desde que fuera concertada bajo el gobierno de Vázquez con la decisiva intervención de Víctor Rossi, el ministro de Transportes de la época.
Otros ejemplos podrían darse sobre la falta de transparencia, por decir lo menos, en la actuación de ciertos jerarcas frenteamplistas. Un ejemplo paradigmático es el del exsenador Leonardo Nicolini quien falsificó un carné de pobre para atenderse gratis en un hospital público. Su propensión a falsificar documentos había quedado probada años antes cuando -con el auxilio del actual embajador uruguayo en EE.UU, Carlos Pita- hizo una virulenta campaña contra un eminente político nacionalista esgrimiendo como prueba varios faxes falsificados. Quizás como premio a tan relevantes servicios prestados, se desempeñó después como funcionario en la embajada uruguaya en Argentina.
Entre otras actuaciones irregulares figura la oscura peripecia de aquel vicepresidente de Antel, denunciante de una agresión ficticia que imputó vagamente "a la derecha" y que resultó procesado por simulación de delito. También está el conocido caso de aquel exsecretario de la Presidencia y después ministro que en su condición de abogado pleiteó contra el propio Estado en causas millonarias de gran repercusión pública. Ni que hablar de las muestras de nepotismo ofrecidas por conspicuos dirigentes frenteamplistas que no trepidaron en alistar entre sus empleados a sus propios familiares -sin concurso, por supuesto- como lo hizo, por ejemplo, el intendente de Canelones, Marcos Carámbula.
Capítulo aparte debería dedicarse a los negocios con la Venezuela de Hugo Chávez. Desde aquella fantasmal exportación de libros por decenas de millones de dólares de la cual no se supo más nada, pasando por ciertos negocios en materia de informática urdidos entre Montevideo y Caracas, hasta los avatares del llamado Fondo Bolívar-Artigas. Este último, como se sabe, prohijó raros acuerdos, entre ellos el de las casas prefabricadas exportadas de Uruguay a Venezuela con la participación de ambiguos operadores personalmente vinculados a Guido Antonini, el célebre "hombre de la valija" que contenía casi un millón de dólares y que tras su paso por Ezeiza recaló en Montevideo.
Es tan culpable el que lo realiza como el que calla si lo sabe, como así también el que no controla su responsabilidad y el “yo no sabía” causa risa y repulsión
Vaya lo antes mencionado a título de repaso de antecedentes. La lista podría ser más extensa y detallada, incluyendo otros nombres de quienes ocuparon cargos políticos en las dos administraciones frenteamplistas y que han sido y son objeto de denuncias e investigaciones, algunas de ellas llevadas adelante por la justicia. Pero basta con recordar los episodios citados para entender que el Frente Amplio no es el dechado de virtudes que quiso exhibirse ante la ciudadanía. Lo peor de todo el asunto es que la coalición de izquierda -la misma que un lustro atrás se presentó a las elecciones con el lema "Un gobierno honrado, un país de primera"- terminó bloqueando totalmente la formación de las comisiones investigadoras del Parlamento, una actitud que no tiene precedentes en la historia del país. Así estamos.
Fuente: Diario “El País” 29/07/2014 Editorial.
Somos tan pocos, nos conocemos todos, el que mete la mano en la lata no soporta que otro la meta, pero igual es algo tan común que la corrupción en Uruguay existe y en grande.
Es tanta la incapacidad de esta gente, en la Armada, en ASSE, en AFE, en ANCAP, en PLUNA, en Salud Pública (Farmacia), en el Pit Cnt, en el mismo Poder Legislativo y sigue la lista, que nos desbordan las sorpresas, pero no porque existan, sino porque ni saben hacer corrupción, menos administrar un gobierno, del cual viven y abusan.
Es tan culpable el que lo realiza como el que calla si lo sabe, como así también el que no controla su responsabilidad y el “yo no sabía” causa risa y repulsión.
Ya estamos por encima del cambio de ideología, ya han traicionado a sus electores y a aquellos que confiaron en ellos para un cambio que demostraron fue un fiasco. Por un país mejor, el editorial del El Pais es elocuente, refuerza lo de rebelarse con votos, así se hará, así lo esperamos.
Daniel Bilinis Arena