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Tiendas de campaña, contenedores de mercancías o gimnasios sirven como alojamiento improvisado para muchos inmigrantes a su llegada a Alemania, donde la afluencia de solicitantes de asilo obliga a Berlín a poner en marcha soluciones de emergencia para evitar una crisis humanitaria.
Desde hace semanas, cientos de inmigrantes sirios, afganos o albaneses acampan frente al centro de primera acogida de la capital alemana para registrarse como solicitantes de asilo. Los inmigrantes soñaron con un país próspero y en paz, pero a su llegada a Berlín solo han encontrado un césped cortado abarrotado de escombros.
La espera bajo el sofocante calor de agosto dura horas, incluso días. Los funcionarios se ven desbordados, pese a ampliar su jornada laboral, y no logran terminar con toda la fila de personas que serpentea frente a su administración.
En Hoyerswerda, en la ex República Democrática de Alemania (RDA), 17 refugiados sirios iniciaron incluso una huelga de hambre para protestar contra los plazos de examen de su caso.
Unos 300.000, 400.000, más de 500.000. Las estimaciones del número de solicitantes de asilo en 2015 se revisan regularmente al alza. Al final, la cifra debería representar un récord histórico para Alemania, primer destino europeo de los solicitantes de asilo por delante de Suecia, Italia y Francia, con casi 203.000 solicitudes presentadas en 2014.
Familias enteras llegan cada día huyendo de la violencia en las ciudades sirias de Homs o Alepo. Alemania es la última etapa de un largo y peligroso viaje.
- "Gestión de la crisis" -
Únicamente en julio, la Oficina de Migraciones registró 7.301 peticiones de asilo de sirios, casi tres veces más que en julio de 2014.
Sin embargo, el aumento de solicitudes también viene impulsado por los refugiados de los países de los Balcanes, especialmente gitanos víctimas de discriminaciones en Kosovo o en Serbia. Sus esperanzas de ver aprobada su solicitud son nulas, pero Alemania debe hacerse cargo de ellos mientras tanto.
"Es incomprensible, inaceptable y vergonzoso para Europa" que los inmigrantes de los Balcanes saturen el sistema, criticó el jueves el ministro alemán del Interior, Thomas de Maizière.
"Lo que nosotros hacemos es la gestión de la crisis. Esto alcanza unas proporciones desmedidas", explica Murat Sivri, director de un centro de atención en Dortmund (en el oeste), obligado a cerrar sus puertas en dos ocasiones a causa de la saturación.
Desde entonces, al sur de Berlín, los obreros se apresuran en terminar una 'ciudad de contenedores', que debe abrir sus puertas a finales de mes. Dispuestos en tres plantas, los bloques azules, verdes y amarillos servirán de albergue provisional para los refugiados especialmente vulnerables: víctimas con traumatismos de guerra, mujeres solas con hijos, homosexuales.
En un parque de Hamburgo (en el norte), unas cincuenta tiendas de campaña blancas de la Cruz Roja albergan a los refugiados, a pesar de las protestas de algunos habitantes.
Las autoridades berlinesas han previsto crear otros 36 lugares de acogida de refugiados antes de 2017. "Actualmente, no podemos desechar la idea de los contenedores" como una solución de acogida, advirtió Aydan Özogul, responsable gubernamental para la cuestión de los refugiados.
- El Ejército al rescate -
Desde los puertos del mar del Norte hasta la región de Baviera (en el sur), grandes ciudades y pequeños municipios piden ayuda para hacerse cargo de los inmigrantes.
El Ejército alemán, la Bundeswehr, también contribuirá. La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, prometió facilitar 7.000 plazas en casernas o en tiendas.
Y policías y profesores retirados de la región de Renania del Norte-Westfalia se han visto instados a retomar el servicio para gestionar las solicitudes de asilo que se acumulan.
Las dependencias de los campos de concentración nazis de Buchenwald y Dachau podrían incluso reconvertirse en centros de acogida, una idea que provoca escalofríos. "Bienvenido a la República provisional de Alemania", apuntaba recientemente el diario económico alemán Handelsblatt.
Las autoridades alemanas saben que el tiempo apremia. Cuando llegue el otoño y, junto a él, una caída en picado de las temperaturas, la opción de albergar a los refugiados en tiendas de campaña quedará descartada.